Las fiestas de pueblo son otra historia
El encanto único de las fiestas de pueblo
Hay cosas que no se pueden explicar con palabras, pero que cualquiera que las haya vivido entiende al instante. Una de ellas son las fiestas de pueblo.
Son celebraciones pequeñas, de apenas unos días, donde todo gira en torno a la plaza, a las peñas y a esas barras improvisadas en las que siempre hay alguien pidiendo otra ronda.
El olor del puesto de los pollos asados, las garrapiñadas, el ajetreo de esos días, nada de esto se borra de mi mente recordando los agostos en Riópar cuando era pequeño.

Hace apenas una semana que acabamos de volver de las fiestas de nuestro pueblo, poco más de 1200 habitantes, y todavía se nos escapa una sonrisa al recordarlo. Allí el tiempo se mide de otra manera.
Nadie mira el reloj. El mediodía arranca con una tapa o un aperitivo y un vermú artesano, y de pronto la tarde se convierte en un carrusel de risas, brindis y conversaciones, con algún que otro vaso roto de por medio.
—¿Ya has pedido otra? Que yo tenía que comer con mi madre…
—Ea, ¿y qué hago, Paco, me mato?
Ese tipo de frases son la banda sonora de las fiestas, junto con los pasodobles de la orquesta. Y da igual si sabes bailar o no: cuando suena el “¡Viva el pasodoble!”, acabas agarrado del brazo de alguien que quizá ni conocías esa misma mañana.
Lo importante es la gente
Las fiestas de pueblo tienen ese algo especial: son caóticas, intensas y entrañables a partes iguales. Sales a la calle y sabes que no vas a volver a casa hasta que el cuerpo diga basta y acabes comiendo churros con chocolate.
Porque lo importante no es el programa oficial, ni siquiera la orquesta: lo importante es la gente. Tus amigos de siempre, los que vuelven solo por estas fechas, los vecinos, y hasta los forasteros que acaban adoptados como uno más.
Lleva esa experiencia a casa
Y es que eso, exactamente, es lo que queremos transmitir desde D’12 Gourmet: que cada vermú sea como esas fiestas, un momento sin prisas, lleno de charlas, risas, discusiones que se olvidan con otra ronda, y ese brindis final que siempre llega con un “¿la última?”.
Porque al final, la vida sabe mejor compartida, ya sea en la plaza del pueblo o en tu casa con los tuyos.
En D’12 no vendemos solo vermuts o latas, creamos momentos. Lo que hacemos es ayudarte a recrear un poquito esas tardes eternas para que montes tu propia verbena en casa, sin esperar al verano ni a las fiestas patronales.
Solo necesitas abrir una botella, poner algo en la mesa y dejar que la conversación fluya.
Porque si algo tenemos claro es que aquí lo que nos va es el Vermú & Buen Rollo.
Cómo montar tu propia verbena en casa
Si sientes tanta nostalgia como nosotros y te apetece recrear esa sensación, nada como preparar tu barra en casa: Vermut artesanal para abrir la tarde, aceitunas y latas gourmet para picar entre charla y charla, quesos y embutidos que siempre triunfan en la mesa...
En D’12 hemos seleccionado algunos de nuestros favoritos para que tu verbena empiece sin complicaciones. Lo demás ya sabes cómo va: charlar, brindar y decir… ¿la última?
